Son ciertas las palabras que nos dijimos,
cierta la primavera de tu cuerpo
y cierto el espejo de amor de tus ojos negros.
Suave llovía sobre el bosque ternísimo
de pinos y diminutas margaritas.
Sólo el silencio, sólo nosotros solos.
De aquí a muchos años acaso recordarás
que alguien, algún día, te amó muchísimo.
Y te subirá a la garganta una dulzura
como una inmensa miel, como una música.
La misma dulzura que ahora yo siento
recordándote en mi soledad.
Nada vale tanto como un instante de amor.
cierta la primavera de tu cuerpo
y cierto el espejo de amor de tus ojos negros.
Suave llovía sobre el bosque ternísimo
de pinos y diminutas margaritas.
Sólo el silencio, sólo nosotros solos.
De aquí a muchos años acaso recordarás
que alguien, algún día, te amó muchísimo.
Y te subirá a la garganta una dulzura
como una inmensa miel, como una música.
La misma dulzura que ahora yo siento
recordándote en mi soledad.
Nada vale tanto como un instante de amor.
Gerard Vergés
No hay comentarios:
Publicar un comentario